Ependimomas:
Estos
tumores se originan en las células ependimales
que tapizan los ventrículos. Los ependimomas pueden
obstaculizar la salida del líquido cefalorraquídeo
de los ventrículos, dando lugar al agrandamiento
del ventrículo (condición llamada hidrocefalia).
A diferencia de los astrocitomas y de los oligodendrogliomas,
los ependimomas, de manera característica, no se
extienden ni se infiltran en el tejido normal del cerebro.
Como resultado, algunos ependimomas, aunque no todos,
pueden ser extirpados por completo y curados mediante
cirugía. Los ependimomas de la médula espinal
tienen las mayores posibilidades de curarse mediante cirugía.
Los ependimomas pueden propagarse a lo largo de las vías
del líquido cefalorraquídeo, pero no se
extienden fuera del cerebro o de la médula espinal.
Gliomas:
Este
no es un tipo específico de cáncer. El glioma
es una categoría general que incluye los astrocitomas,
los oligodendrogliomas y los ependimomas.
Tumores
de las neuronas:
Los
tumores que se originan en las neuronas son raros. Los
meduloblastomas son tumores que se desarrollan a partir
de las neuronas del cerebelo. Son tumores de crecimiento
rápido, pero pueden ser tratados, y a menudo curados,
mediante terapia de radiación. Los meduloblastomas
se presentan más comúnmente en niños,
y con frecuencia se extienden por todas las vías
del líquido cefalorraquídeo.
Ganglioglioma:
Un
tumor que contiene tanto neuronas como células
gliales se denomina ganglioglioma. Estos tumores tienen
un alto índice de curación mediante cirugía
solamente, o mediante cirugía combinada con terapia
de radiación.
Schwannoma
(neurilemoma):
Los
schwannomas se originan en las células de Schwann
que rodean los nervios craneales y otros nervios. Por
lo general, son tumores benignos que a menudo se forman
cerca del cerebelo y en el nervio craneal responsable
de la audición y el equilibrio.
Cordoma:
Estos
tumores se originan en el hueso situado en la parte posterior
del cráneo o en el extremo inferior de la médula
espinal. Normalmente, estos tumores recurren muchas veces
en un plazo de 10 a 20 años. No suelen extenderse
a otros órganos.
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